Ayuntamiento de Magán

El municipio y Ayuntamiento de Magán se hallan en la provincia de Toledo en la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Pertenecen a la comarca de La Sagra y su núcleo poblacional dista de la capital Toledo a 17 kilómetros y de Madrid 57 kilómetros.

Magán eran unos caballeros sacerdotes iranís que guardaban el culto sufí en el castillo próximo a la aldea. Próxima a la inexpugnable Toledo, reconquistada por Alfonso VI, esta posición estratégica en primera línea fue defendida por los caballeros de la Orden de Monfragüe. Esta orden acabó integrándose en la de Calatrava y gobernó Magán hasta el año 1355 cuando el Maestre General vendió todas las posesiones a Alfón Ruiz. Su historia ha estado muy vinculada a los aconteceres de la imperial Toledo.

El paisaje de Magán se extiende en llanuras ondulantes. Si desde Toledo nos asomamos por la puerta de Bisagra, la antigua puerta romana de la Vía Sacra, empieza el camino que recorre la comarca de la Sagra, tierras fértiles en pan, dedicadas a la diosa Ceres, diosa de las mieses. Son tierras rojizas de amplios valles y de curvas suaves con la concentrada quietud que modela el carácter castellano.

Del patrimonio de Ayuntamiento de Magán destaca su monumental iglesia de Santa Marina que se empezó a construir en el año 1226 y se acabó por orden del cardenal Cisneros en 1504. Sus dimensiones y contenidos son espectaculares: la nave de 112 metros de largo y 45 metros de alto, 750 vidrieras, acceso por 7 puertas de simbología alquímica son ejemplo del arte ojival. Presenta un interesante retablo de Juan González, en el que los relieves alcanzan una mayor belleza plástica. En el friso del Calvario se enmarca una cartela marianista, flanqueada por un numeroso cuerpo de figuras con un especial detalle descriptivo y alegórico.

Magán, lindando con Toledo, comparte la rica gastronomía de las tres culturas que convivieron más o menos pacíficamente en sus tierras. Del legado árabe, por ejemplo, el mojete de espárragos, que es un guiso de espárragos y cebolletas tiernas, las salamandroñas, pisto de verdura con sardina; de los sabores cristianos se cita el lobo en pan, lubina en costra de pan y especias, y de los gustos sefardís son deleite el cordero con criadillas de tierra, patata y piñones o los postres de mirraustes de peras y sopa de leche de almendra.