Durante la pandemia de COVID-19, concretamente en el transcurso del confinamiento, la gente que vivía en un piso sin balcón o terraza en una gran ciudad se vio afectada por el síndrome de ser prisionero de su propio lar. Si a ello se le suma que la vivienda es pequeña y que se cohabita con niños pequeños, el estrés y ahogo se vio triplicado. Fue justo en dicho momento cuando muchos se suscribieron a poder vivir en el campo, teniendo grandes espacios al aire libre y casas de gran tamaño.
No en vano, y alentado por el crecimiento del teletrabajo durante la pandemia, muchos se lanzaron en la búsqueda de una vivienda unifamiliar en zonas rurales limítrofes a donde vivían para reorganizar su proyecto de vida. Fue tanto el número de propuesto y mudanzas suscritas que, por un momento, parecía que el problema de la España vaciada podría solventarse en menos de un año. No obstante, todo quedó en una teoría, pues la realidad ha sido bien distinta.
Vuelta a la normalidad
Si bien el mercado inmobiliario sufrió un descenso notorio durante los primeros meses del confinamiento, el porcentaje de ventas de viviendas en las grandes ciudades ha ido incrementándose paulatinamente desde entonces hasta llegar a valores normales. Sin embargo, en lo que respecta a la búsqueda de vivienda fuera de los núcleos urbanos, que tanto ansiaba la gente, su índice dio un tirón fuerte durante esos primeros meses para luego descender hasta casi desaparecer.
Se hablaba de un éxodo urbano hacia las zonas rurales, un hecho que realmente nunca llegó a producirse como tal.
La conclusión que se extrae luego de constatar todos los porcentajes de búsqueda y adquisición de viviendas en este último año, es que la ciudadanía está empezando a valorar nuevamente el vivir en la ciudad. Sí es verdad que, la ausencia de suelo, los altos precios y la escasa superficie de algunas viviendas de segunda mano, conduce a parte de la población a buscar en municipios cercanos, como zonas rurales donde el precio es más asequible.
Razones por la pérdida de interés en poblar municipios rurales
La razón fundamental que se extrae, se debe al retroceso del teletrabajo. Muchos atesoraron que la nueva modalidad se iba a generalizar y asentar como alternativa laboral (en los sectores donde es posible), aunque la práctica ha negado esa realidad. Con la relajación de las restricciones, las empresas han secundado el trabajo presencial en las oficinas, tal y como era anteriormente.
Según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre de 2021, el 7,9% de los ocupados (1.586.700) trabajaron desde su propio domicilio más de la mitad de los días y el 5,7% (1.155.200) lo hizo, pero con menor frecuencia. Estos valores contrastan con los del segundo trimestre de 2020 durante el confinamiento, cuando el 16,2% de los trabajadores teletrabajaba de forma intensiva y otro 2,9% lo hacía de forma ocasional.
Todo ello, ha desvanecido el posible interés remanente que había por morar fuera de las ciudades.
Los números que calculan las páginas de venta de inmuebles reflejan cómo sí existió un ligero aumento de la demanda de compraventa de viviendas en zonas rurales y núcleos más pequeños entre 2020 e inicios de 2021, mas solo fue un espejismo, pues con la vuelta a la normalidad, regresó la tendencia habitual de comprar en las grandes urbes.
De hecho, los vaticinios auguran que el presente año se acentuará aún más la idea de querer vivir en una ciudad en vez de una zona rural, sobre todo para familias.
Métodos para favorecer la repoblación rural
Una de las claves más trascendentes para combatir el éxodo permanente desde los entornos rurales, consiste en la aplicación del Plan Estatal de Acceso a la Vivienda 2022-2025. Dicho documento se aprobó el pasado mes de enero de 2022, y allí se define todo tipo de subvenciones que alcanzan hasta los 10.800 euros para menores de 35 años que deseen adquirir viviendas en localidades con menos de 10.000 habitantes. Esta subvención queda limitada hasta el 20% del precio total de la operación de compra, que además no podrá ser superior a los 120.000 euros.
Obviamente, otro método muy eficaz consiste en las ofertas especiales y subvenciones que determinados ayuntamientos rurales aprueban para quien desee ir a vivir allí, suministrando en algunos casos, vivienda gratis y trabajo. Ofertas como estas se han ido dando en varias comunidades, como en Castilla y León, Aragón y Andalucía.
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