Desde que el Gobierno decretó del estado de alarma en todo el país, cada uno de nosotros nos encontramos confinados en nuestros domicilios, a excepción de las personas que por las características de su trabajo están autorizadas a acudir físicamente para realizarlo.
El domingo pasado, el presidente del Gobierno nos adelantó que el período de alerta nacional se alargaba dos semanas más. Ya llevamos 15 días encerrados en casa y sólo salimos para realizar las funciones imprescindibles y cubrir así nuestras necesidades básicas, esto es, ir al centro de salud u hospital, acudir a una entidad bancaria para proveernos de efectivo, comprar en un supermercado o ir al trabajo. En algunos países como Italia, han cesado cualquier actividad industrial que no sea estratégica para combatir la pandemia del covid-19. Esta situación de confinamiento se soporta de una forma muy distinta dependiendo de la cultura y forma de vida de cada rincón del planeta, y contando con el tipo de construcción de sus viviendas.
Un ejemplo de nuestro país: una pareja cualquiera de una gran ciudad como Madrid han pasado estos días de confinamiento en su piso de 45 metros cuadrados. En circunstancias normales, cada uno está acostumbrado a salir pronto por la mañana de la casa y volver a la tarde noche. Todo cambia en nuestro pequeño piso y va perdiendo su encanto en el momento en el que pasas todo el tiempo entre las cuatro paredes, pues te das cuenta que es un patio interior sin luz, que casi no tienes espacio vital y te entra claustrofobia, amén de que para cualquier cosa que quieras hacer necesitas luz eléctrica, con el correspondiente gastos.
Otra pareja sin embargo, tiene un adosado con bodega y jardín, planta baja, primera y buhardilla. Juegan con sus perros en el jardín, ven la luz del día y el cielo, tienen diferentes estancias para pasar las diferentes horas del día, hacemos una barbacoa de vez en cuando… Hay que matizar siempre cuando generalizamos de “los hogares, las familias…”. También hay que decir que no todo el mundo vive en una gran ciudad, pues en los pueblos, cerca del campo, todo se ve de otra forma.
En general, las casas de los españoles no están preparadas en su mayoría para pasar tanto tiempo dentro de ellas. En España, dado nuestro clima, pasamos mucho más tiempo en el exterior de ellas que cualquier otro ciudadano del norte de Europa. El tipo de construcción que se ha realizado en España desde los años 60, que fue el top de la fiebre de la construcción en nuestro país, se marcó poniendo interés en la calidad de los materiales de construcción, pero hasta hace muy poco no se había cuidado el tan importante carácter inmaterial de las construcciones: la orientación, la luz y el espacio. Echamos en falta una ley como tienen otros países de nuestro entorno, centrada en la calidad y la arquitectura del entorno a la hora de urbanizar nuevas zonas.
El parque de viviendas de España es más reciente que el de nuestros vecinos europeos, dado que estos sufrieron una gran reconstrucción después de la II Guerra Mundial y en España desgraciadamente no comenzamos a tener nueva construcción hasta finales de los años 50. Actualmente, el censo lo tenemos sin actualizar y data de 2011, con nuevos datos en el 2021. Reflejan bastante bien la actualidad, ya que desde el final de la crisis no ha cambiado mucho el espectro de la construcción. En España se ha comenzado a construir en los dos últimos años. Hasta ahora era algo testimonial, ya que quedaron miles y miles de inmuebles arruinados y a mitad de construir.
El parque es más joven que el de nuestros vecinos, pero no lo reformamos a la misma velocidad. La instalación de calefacción, los ascensores, el aislamiento y demás cuestiones relacionadas con el confort de una vivienda son los puntos que remodelamos más tarde cuando tenemos que pasar más tiempo en ella. La pandemia no sabemos cuánto puede durar, pero si en vez de ser en estas fechas se alargara hasta el invierno, estaríamos ante una nueva crisis, ya que la mayoría de los ciudadanos no tiene la vivienda adecuada para soportar estas situaciones.
En estos momentos de excepcional situación es cuando aflora todas las necesidades y desequilibrios de la sociedad, que al final acaban pagando los más desfavorecidos. Un dato sobresaliente: en España el 30% de los hogares tiene algún tipo de electrodoméstico o estufa para calentarlo y el 14% ni eso, así que sólo el 56% de las viviendas de los más de 47 millones de españoles, poseen calefacción.
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