El Ayuntamiento de Zaragoza ha hecho público ayer, con gran pesar, la cancelación de la Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar, un evento que se llevaba celebrando de forma ininterrumpida desde el 1958 cada 12 de octubre. El alcalde Jorge Azcón reseñó que, ante todo, debe prevalecer la prudencia y la concienciación ante la pandemia actual.
El total de contagiados por la COVID-19 en Aragón tiene su punto más fuerte precisamente en la ciudad de Zaragoza, un hecho que concluye de forma perenne e inherente que se hace imposible rendir tributo a la Virgen. En su defecto, el Consistorio ha procedido a crear una página web (aún en desarrollo) donde se podrá efectuar dicha celebración de forma telemática.
No obstante, aún se mantiene abierta la puerta a que en un último momento se puedan abrir las calles para que se inunden con los trajes tradicionales de la región y con los característicos ramos floreados del festejo. Eso sí, se impone que debe haber un cambio drástico y sustancial en la tendencia actual de cifra de contagios, un hecho que, desgraciadamente, se ve casi imposible debido al poco tiempo que queda para ese 12 de octubre y la visión que se tienen de la curva ascendente, que si decrece, será de forma paulatina.
Haciendo memoria, la Ofrenda del 2019 se extendió durante 16 horas. Hubo un total de 300.000 personas paseando por las calles para mostrar sus ofrendas floreales, un hito histórico desde que se inició en el 1958 como una celebración mucho más escueta donde se procesionaba a la Virgen adornada con flores. Poco a poco se fue introduciendo la peculiaridad de que la gente pudiera acercarse a la misma para ofrecer su ramo personal, para luego ir prosperando la situación con trajes típicos y durante más tiempo.
Una tradición de más de sesenta años
La Ofrenda tuvo un punto de inflexión importante en el 1964, cuando se sumó una ofrenda más, concretamente la denominada “de frutos”. Estaba organizada por cada una de las casas regionales.
Al año siguiente, la Ofrenda fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Todos los años se ha ido celebrando dicho festejo sin importar las condiciones climáticas o la situación social o económica de la región, llenando las calles con un número de personas cada vez mayor. De hecho, en 1980, se contó a unos 50.000 participantes.
Ya, en el año 1990, el constante incremento de los oferentes hizo que se disparara considerablemente la cantidad de ramos y canastillas, haciendo que la estructura original y su graderío para albergar al público justo frente a la fachada de la Basílica del Pilar, quedara obsoleta e insuficiente.
En 1998, alentado por el conocido cineasta Bigas Luna que siempre asiste a la Ofrenda, se procedió a modificar la ubicación actual, situándola en una plaza de mayor aforo, donde se facultaba una mejor circulación de peatones y se permitía alcanzar los distintos puntos del manto donde colgar las ofrendas.