Si hay un verdadero peligro al caminar por determinadas ciudades de España, son los llamados carril bici que se cruzan con las aceras peatonales.
El problema radica en su señalización, pues algunos ayuntamientos marcan esos carriles con chapas redondas plateadas en el suelo, lo que hace que el pasear pueda resultar peligroso, pues obliga al viandante a ir mirando al suelo, llevar bien agarrados a los menores y estar pendiente de los ciclistas, patinadores y otros medios similares de nueva invención.
En algunas calles confluye multitud de senderos especiales, tales a tranvias, bicicletas, patines de todas clases y monopatines. Varios colectivos de ciudadanos achacan la problemática a que la creación -y adaptación de las calles- para los carriles bici ha llegado tarde y se ha encontrado con una infraestructura no preparada para albergarlos. Así, nos podemos encontrar con anchos insuficientes, aceras cuyo espacio para el peatón se ve muy mermado e incluso vías de circulación de vehículos estrechadas al arañar espacio también de allí.
Carriles bici en Europa
Al compararnos con algunos países europeos que ya llevan varios años conviviendo con estos carriles especiales, se observa que ciertamente ha sido adaptación algo forzada en cascos urbanos ya enjutos por sí y con poco aforo para poder abrir esta iniciativa, que sin embargo, se hace necesaria por el auge de estos medios de transporte ecológicos.
La síntesis que se contempla de todo este asunto es que las ruedas deberían circular a una distancia radical de los peatones, evitando ponerles en peligro por distracciones varias. Y es que, si bien los pasos de peatones que separan a los ciudadanos de a pie de los coches también podría ser un hecho análogo, en este caso hay semáforos y una diferenciación evidente entre el asfalto y la acera. Los carriles bici realmente no son vías independientes, sino que conviven en las aceras, a veces pintadas de otro color, pero sin separación alguna. Es bastante sencillo ir caminando sin mucha distracción y acabar invadiendo uno de estos senderos, algo que no sucede con el asfalto.
Esperamos y deseamos que se fomente una adaptación más concienzuda, ya sea aplicando separadores más evidentes, uniendo carriles bici en una sola acera y no en dos, o creando normativas más estrictas sobre estos medios de locomoción. La idea es que coches, peatones y patinadores podamos convivir en la misma ciudad con el mínimo de peligro.
(Noticia original redactada por André Sabané y modificada por el equipo de redactores)