Desde que el virus de la COVID-19 azotó al planeta, se inició en todos los países una carrera para sintetizar una vacuna capaz de frenarlo lo antes posible, un hecho que la empresa Pfizer parece haber logrado. Afirman que su prototipo devuelve una tasa de éxito contra el patógeno del 90%, añadiendo además que ya ha completado y superado todas las fases requeridas para poder ser comercializada.
Ahora es el turno de los gobiernos para gestionar el método de vacunación para inmunizar a la población. Mientras los laboratorios planean el método más efectivo para mover en frío las síntesis que vayan creando a cada hospital y clínica, los gobiernos se plantean quienes serán los primeros vacunados, cómo se gestionará las citas, qué centros se ocuparán de vacunar y cómo allanarán el camino para que el transporte sea lo más rápido y efectivo posible.
Salvador Illa, el ministro de Sanidad, aseguró ayer en una rueda de prensa que la proyección que manejan desde el Ejecutivo es que a principios del 2021, España tenga 10 millones de vacunas preparadas para ser inyectadas en sus ciudadanos. Dicha noticia viene de la mano de las declaraciones que hizo la presidenta de la Comisión Europea cuando aseveró que Europa ya tiene acordado la compra de 300 millones de dosis, de las cuales 20 millones se destinarán para España (son dos dosis por cada persona, por lo que, se podría vacunar a 10 millones).
Grupos de edad preferente
Aún no se ha definido qué grupos de edad serán preferentes, pues se tiene que recibir y analizar los resultados oficiales que Pfizer devuelva en relación a si la vacuna inmuniza a todas las edades por igual o si tiene mayor eficacia en determinados rangos.
No obstante, se ha adelantado que lo normal será vacunar primero a los sanitarios y a los ciudadanos de mayor edad, dos grupos que suman casi la totalidad de las vacunas, pues España actualmente posee unos 9 millones de mayores de 65 años y una media de 500.000 sanitarios.
Método de vacunación
El cómo se vacunará a las personas será competencia de cada comunidad autónoma, que deberá definir e implantar una estrategia similar a la que se ejecuta para la vacunación de la gripe.
No obstante, en el caso del COVID-19 habrá unas diferencias palpables.
- Si en la gripe se vacuna de media al 54% de los mayores de edad y a un tercio del total de sanitarios, esta vez se debe llegar a niveles próximos al 100%, un valor que bajará si se tiene presente que la vacuna es voluntaria.
- Otro escollo importante para la planificación es que, tras suministrarse la primera dosis de la vacuna, al pasar 28 días se debe administrar la segunda toma. No se puede dejar pasar mucho más tiempo o perdería efectividad, por lo que, se debe tener un control férreo de las citas.
- Por último, y no menos importante, esta vacuna requiere que se conserve bajo un frío extremo (70 grados bajo cero), tanto en los hospitales como en los medios de transporte que se usen para moverlas. Es aquí donde Pfizer ha actuado, desarrollando unas herramientas logísticas idóneas para garantizar el transporte y control uniforme de la temperatura, basándose sobre todo en enviar las vacunas a los centros de salud de forma secuencial a medida que vaya siendo necesario, y no todas en tropel. De esa forma, se elimina la necesidad de que los hospitales tengan que adecuar un almacén en frío para guardarlas. Las dosis irán contenidas en bidones especiales que actuarán como termos de frío, donde la temperatura interior será constante incluso aunque fuera haya altibajos.
Acerca de la creación de las vacunas, en principio será Pfizer la que se ocupe de sintetizar todas las dosis a nivel mundial, aunque si ven que requieren de laboratorios externos para poder abarcar toda la demanda, se abrirán a acuerdos con otras empresas del sector, como pueden ser la que se ocupaba del estudio de la vacuna de Moderna o la de Oxford, equipadas con el instrumental, medidas de seguridad y herramientas para tal labor.
De momento, las farmacéuticas adscritas con Pfizer ya están fabricando vacunas para tenerlas listas ante el primer envío, una vez se selle la aprobación definitiva para su distribución entre la población. De hecho, Pfizer espera que los otros estudios de vacunas contra el coronavirus que se están desarrollando de forma paralela, logren resultados igual de buenos que la suya para que convivan varios tipos de moléculas inmunizadoras. El panorama ideal sería precisamente ese, que convivieran varios tipos de vacunas para poder así inmunizar al mayor número de gente posible.
No existen infraestructuras en España para el almacenamiento de la vacuna
España está también sumida en encontrar solución a un escollo importante referente a cómo llevar las vacunas a los pueblos y ciudades más remotos manteniendo la cadena de frío extremo que requiere. Es notorio que no existen infraestructuras ni de almacenamiento ni de transporte capaces de portar las dosis a los 70 grados bajo cero que requiere.
Y lo que es peor: dicho problema no sucede solo en zonas rurales, sino en muchos hospitales de la geografía española, donde los ultracongeladores que poseen no llegan a una temperatura tan baja. Los centros de salud, por su parte, están peor equipados en ese sentido, teniendo la mayoría de ellos congeladores que alcanzan los 8 grados bajo cero, atendiendo a las especificaciones que requieren la mayoría de vacunas.